En la Antártida, turistas y científicos dejan una huella química que está afectando al medio acuático, según alerta un estudio liderado por Miren López de Alda, investigadora del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC) en Barcelona, y Cristina Postigo, investigadora de la Universidad de Granada. Han publicado su s resultados en la revista Journal of Hazardous Materials .
¿Cuáles son los contaminantes con mayor presencia?
M.L. Los más relevantes son la nicotina, la cafeína, una sustancia anticorrosiva, el toliltriazol, y varios fármacos, entre ellos, antidepresivos, antibióticos y antihipertensivos. Después vendrían contaminantes relacionados con la cosmética, como la benzofenona-1, un filtro solar.
C. P. Este es el cuarto estudio de una serie. En estudios anteriores hemos encontrado además otros contaminantes, como sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas, conocidos como PFAS, que son químicos muy persistentes y tóxicos presentes en muchos materiales, ya que repelen el agua y las manchas. Se encuentran por ejemplo en productos de Gore-Tex y en teflón. Son muy estables, y por lo tanto difíciles de eliminar porque no se degradan.
M.L. Muchos de estos contaminantes son persistentes, tóxicos y bioacumulables. Se introducen en la cadena trófica. Otros estudios han detectado algunos de ellos en el fitoplancton, que se encuentra en la base de la cadena alimentaria de la Antártida.
¿Dónde se han tomado las muestras que han utilizado?
Al norte de la península Antártica, en dos islas del archipiélago Shetland del Sur, la isla Livingston y la isla Decepción. Las muestras se tomaron en zonas turísticas, de investigación, campamentos itinerantes y algunos espacios donde en teoría no había actividad humana. Se recogieron en aguas superficiales, riachuelos, zonas heladas, lagos, aguas residuales en bases y campamentos y zonas costeras adonde van a parar aguas residuales.
¿Les han sorprendido los resultados?
M.L. No esperábamos encontrar estos niveles de contaminantes. La mayoría no se habían estudiado antes en la Antártida porque siempre se ha presupuesto que es un área prístina donde no debía haber este tipo de contaminantes porque la actividad, en principio, está limitada y se toman precauciones. Pero está claro que la presencia humana actual contamina, ya que en su mayoría son compuestos que no se transportan a largas distancias, es decir, que se liberan a nivel local.
C.P. Las condiciones ambientales de la Antártida no facilitan la eliminación de este tipo de contaminantes. Es un lugar con temperaturas muy bajas, con apenas luz durante muchos meses del año, con lo cual los procesos de biodegradación o fotodegradación que ayudan a eliminar estos contaminantes se ralentizan y en el peor de los casos son inexistentes.
Consecuencias graves
“La contaminación química puede suponer una pérdida de biodiversidad”
¿El protocolo de Madrid sobre protección del medio ambiente del Tratado Antártico debería revisarse?
M.L. Se debería revisar y ser más estricto respecto al control de la afluencia de turismo. En las bases científicas y los campamentos debería ser más estricta la aplicación de un reglamento en el tratamiento de los residuos. Existen unas recomendaciones, pero no son suficiente porque cada país acaba reinterpretándolas y adecuándolas a sus circunstancias. El protocolo de Madrid debería ser más exigente y aplicar más inspecciones y controles.
C.P. La mayor parte de la actividad humana se concentra en menos del 0,5% de la superficie de la Antártida y en una época del año muy concreta, durante el verano austral, que dura unos tres meses. Son zonas libres de hielo donde además se encuentra la mayor diversidad biológica del continente.
¿Cuáles son los efectos de estos contaminantes sobre los seres vivos que habitan la Antártida?
C.P. La mayoría de estas sustancias, como los fármacos, la cafeína y la nicotina, son bioactivas, están diseñadas para producir un efecto. Por ejemplo, en el caso de los antidepresivos, como la venlafaxina, se han observado alteraciones en el comportamiento de los peces. Disminuye su estado de alerta y su rapidez para reaccionar ante el peligro. En el caso de antibióticos como la claritromicina, modifican la microbiota del mar.
M.L. Y también hay varios contaminantes que actúan como disruptores endocrinos, por ejemplo, como agentes feminizantes. Es el caso de la benzofenona-1, el filtro solar.
C.P. En estas zonas de deshielo es donde se concentra la mayoría de la biodiversidad de la Antártida, en su mayoría especies que no existen en otra parte del planeta, hay que tenerlo en cuenta. La alteración de este tipo de ecosistemas por la contaminación química puede suponer una pérdida de biodiversidad. Esto daría lugar no solo a desequilibrios ecológicos, sino también a una pérdida de servicios del ecosistema, lo que implica entre otras cosas una pérdida de recursos y oportunidades. Por ejemplo, tras las excepcionales bacterias que se pueden encontrar en la Antártida hay propiedades únicas, que podrían suponer la clave para luchar contra enfermedades agrícolas e incluso humanas, y el desarrollo de nuevas biotecnologías.
Fuente: La Vanguardia